Referente en la Abogacía sevillana

Don Manuel Rojo Cabrera, ha fallecido hoy a los 92 años de edad y fue Tesorero del ICAS en 1960, Secretario en 1967 y Decano del ICAS en 1990

 

Sólo entendemos verdaderamente la vida cuando se nos va un ser querido, un maestro, un amigo. Las campanas de la Giralda llamaban a misa precisamente al llegarme la noticia del fallecimiento de don Manuel Rojo Cabrera, un creyente ejemplar y un magnifico abogado que a los noventa y dos años de edad ha partido al encuentro con Dios. Los letrados sevillanos perdemos a quien ha sido maestro de muchos de nosotros y referente importante del Colegio de Abogados de Sevilla durante toda la segunda mitad del siglo pasado.

Comenzó su trayectoria profesional en el año 1950 y poco después intervino de oficio en el famoso “crimen de las estanqueras”, que entonces tuvo una amplia repercusión y que ahora varias televisiones han vuelto a difundir. Ese mediático asunto le llegó siendo muy joven y le consagró ya desde entonces como un gran penalista, aunque trabajó con notable éxito todas las ramas del derecho y muy especialmente el derecho civil y el contencioso-administrativo.

Siempre fue abogado y sólo abogado, pues parecía nacido para servir a los demás defendiendo sus derechos e intereses. Fue un excelente penalista quizás porque amaba y valoraba la libertad en todo lo que vale. Por eso se entregó con inteligencia y verdadera pasión a defender las miles y miles de causas que le fueron confiadas. Porque sabía que un solo día de privación de libertad es mucho, amaba enormemente la verdadera Justicia y la libertad. Esa misma libertad que le hacía viajar entonces hasta Estoril, en busca de un rey que pudiese garantizar la libertad de todos los españoles. Siempre la libertad fue su anhelo.

Pero Rojo Cabrera ha sido también toda una institución y un referente en el Colegio de Abogados de Sevilla. En la década de los sesenta fue tesorero con el prestigioso decano don Adolfo Cuellar Rodríguez y más tarde secretario de la Junta de Gobierno que presidía don Alfonso de Cossío y Corral. Dos grandes decanos de un listado histórico al que luego se uniría el propio don Manuel, que desempeñó el decanato en el último lustro de los ochenta. He tenido el honor de ser su discípulo en la profesión y en el cargo institucional, pues fue él quien me llevó en su lista electoral y más tarde quien me animó a optar al decanato. Por eso durante mi largo decanato siempre me he sentido un torpe seguidor suyo. De alguna manera en mi persona su presencia institucional se ha prolongado hasta el presente. Por todo eso hoy las banderas ondean a media asta en la sede colegial: porque ha concluido una etapa importantísima de la historia de la Corporación.

Se nos ha ido en la paz de Dios un hombre de bien a quien la vida no le fue nada fácil, pues logró el éxito profesional y el reconocimiento de sus compañeros pero también hubo de sobrellevar la pérdida de su esposa y de nada menos que cuatro de sus ocho hijos. Ante tanta cruel adversidad ha envejecido dictándonos a todos una impagable lección de abnegación y amor a Dios. Ya descansa en Él.

José Joaquín Gallardo Rodríguez

Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla